Article publicat al diari La Vanguardia el diumenge 12 de desembre de 2010
A la que intuyen un problema, los líderes del socialismo catalán desvían la mirada, dejan pasar el tiempo y siguen como si nada. Así llevan ya algunos años, mirando siempre para otro lado, como si ignorar los problemas los acabara solucionando. Alguien describió esta táctica recurriendo a la poderosa imagen de la orquesta del Titanic, que decidió seguir tocando hasta el hundimiento del transatlántico, en un gesto tan sobrecogedor como inútil. Ha sido la táctica en la reciente campaña electoral del PSC y las reflexiones postelectorales siguen ahora por el mismo camino: negar la mayor, condenar de antemano las discrepancias, y ganar tiempo. La actitud es la misma en todos los casos, pero llama la atención en el debate sobre el grupo parlamentario.
Hace cerca de treinta años que la mayoría de los ciudadanos catalanes, los que han venido dando victorias contundentes a los socialistas en todas las elecciones generales, se preguntan dónde están sus diputados. Encienden el televisor para ver en directo las grandes sesiones parlamentarias y ven desfilar a los portavoces de los dos grandes partidos españoles y a representantes territoriales de Euskadi, Galicia, Canarias, Navarra, y a veces hasta de Aragón y Andalucía. También ven a los representantes de Convergència i Unió, de Esquerra Republicana y de Iniciativa. Pero por más que esperen ante el televisor, en los momentos solemnes nunca llegan a ver a nadie de la lista electoral por la que votaron.
Es el famoso problema del grupo parlamentario del PSC, cuya ausencia hoy ya casi nadie entiende, excepto en la sede de la calle Nicaragua, donde siguen negando que se trate de un problema. Tal vez piensan que no es importante que sus votantes lleven treinta años esperando en vano ante el televisor. Tampoco les ha importado que Pasqual Maragall y José Montilla hayan gobernado Catalunya, pero no hayan podido hacerse oír en el Parlamento español. Y lo más sorprendente, no les ha importado que sean Duran y, sobre todo, Herrera, Ridao o Tardà quienes les han interpretado y quienes han traducido sus discursos ante toda España. Seguramente se sienten herederos del despotismo ilustrado y están tan endiosados que desprecian la comunicación y les parece lo más normal negar cualquier clase de explicación a sus votantes.
Ahí están los resultados: un desprestigio enorme en todo el universo político español y una derrota histórica en las elecciones catalanas. No podía ser de otra forma; casi toda España, incluida la media Catalunya que se informa a través de los medios de comunicación de ámbito español, cree que el ideario de los socialistas catalanes es el de los exabruptos y el radicalismo de Esquerra y de Iniciativa. En España y en esta media Catalunya que ni ve TV3, ni sigue los debates del Parlament, la imagen del PSC es la del boicot de Carod a los Juegos en Madrid, la de Puigcercós gritando que en Andalucía no paga ni Dios y la de Saura y Boada poniéndose del lado de los manifestantes el día de la huelga. Aveces la imagen del PSC son Magdalena Álvarez o José Bono en el extremo contrario opinando contra la gestión autónoma del aeropuerto de El Prat. ¡Y a los líderes socialistas no les parece importante!
De momento seguirán tocando las viejas canciones de siempre y mirando para otro lado. Lo dijo hace unos días Daniel Fernández: “Centrar el debate en el grupo es un error”. Lo dijeron después los famosos 25 diputados del PSC en Madrid: la mitad se pronunció en contra del grupo y la otra mitad prefirió no mojarse. Lo ha repetido el alcalde de Tarragona: “El debate es infantil”. Siguen mirando para otro lado y no se dan cuenta de que el tema del grupo no tiene que ver ni con el catalanismo, ni con las almas del PSC, ni con sus relaciones con el PSOE. Tiene que ver con la comunicación, con pasar cuentas con los ciudadanos, con hablar en voz alta, con hacer política propia y explicarla. El PSC ya es independiente, sin grupo propio, pero sin él no puede ni defender su idea de España.
No conozco a ningún simpatizante socialista que vaya a irritarse porque sus diputados den la cara, defiendan a Catalunya con la máxima firmeza y la expliquen en Madrid con voz propia. Y en cambio conozco a muchos que se han sentido ofendidos cuando estos últimos años el PSC ha parecido avergonzarse de los sentimientos españoles de muchos de sus votantes. Seguramente Montilla y el aparato del partido se han quedado muy cortos plantando cara a Zapatero y al PSOE y se han excedido gesticulando sobre España.
Alguien debe estar pensando que lo verdaderamente importante, lo que decidirá el futuro de la socialdemocracia catalana, es su capacidad para dar respuestas justas y eficaces para salir de la crisis con los mínimos costes para el Estado de bienestar. Estoy plenamente de acuerdo. Pero ¿se ha planteado el PSC con qué plataformas piensa hacer visibles sus propuestas políticas si después de perder la Generalitat, en mayo perdiera también el gobierno de la ciudad de Barcelona y siguiera sin tener grupo propio en el Parlamento de Madrid? ¿Alguien piensa de verdad que este debate se puede liderar a través del atril del Parlament y de las apariciones en el programa 135 escons? ¡Por el amor de Dios: el PSC fue considerado el partido más poderoso y mejor organizado de España y va camino de convertirse en un grupúsculo irrelevante.
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