Article publicat al diari El Periódico l'11 de gener de 2010
Según Javier Arenas, «José Montilla y su predecesor, Pasqual Maragall, son los principales creadores de problemas a los catalanes». Alfonso Guerra tampoco se corta un pelo cuando afirma que los políticos catalanes, con el presidente Montilla al frente, viven en la estratosfera. Las dos afirmaciones son ilustrativas de dos hechos de significación complementaria: del éxito fácil que supone la crítica de la política catalana dibujada con brocha gorda en el resto del Estado, y de la percepción divergente de la realidad política en Catalu-nya y en España.
Pero de las dos afirmaciones, la que tiene más significación política es la del veterano líder socialista. Con los años, Alfonso Guerra ha construido su personaje a golpe de declaraciones incisivas más o menos ingeniosas. Su verbo afilado identificó el socialismo sans-culotte almibarado y gubernamental del felipismo y ahora expresa las formas más genuinas del jacobinismo del PSOE. A él se debe la gráfica imagen del cepillo con el que las Cortes españolas rebajaron el Estatut aprobado por el Parlament de Catalunya. Cuando Guerra afirma que Montilla vive en la estratosfera, se deja llevar por la sonoridad del concepto.
La palabra estratosfera evoca distancias siderales. Hace pensar en una dimensión extraterrestre. Es una forma de decir que la política catalana está fuera del mundo. Pero esta vez la imagen no funciona. En realidad, la estratosfera no es otra cosa que la segunda capa de la atmósfera, superpuesta a la troposfera. Y por encima de la estratosfera aún hay la mesosfera y la termosfera. De manera que la estratosfera está muy ligada al mundo. Forma parte del mundo.
Independientemente del acierto de la imagen, lo que cuenta es la intención política y la eficacia comunicativa. Y el juicio de Guerra apunta a la línea de flotación del PSC. Tanto, y de una forma tan explícita, que evidencia que en cuanto a la concepción del Estado y la relación entre Catalunya y España, PSOE y PSC ya no comparten un mismo proyecto. Se ha roto el espejismo. La cultura política federalista es dominante en el PSC, pero ya es pura arqueología dentro del PSOE. El canto del cisne fue la efímera, inconcreta y fracasada idea de la España plural. PSC y PSOE necesitan guardar las formas, aunque solo sea por interés electoral inmediato, pero la victoria ideológica del nacionalismo español uniformista ha dejado los federalistas catalanes sin interlocutores al otro lado. Y este parece un hecho irreversible.
Se puede entender que, desde Madrid, Guerra perciba la política catalana como estratosférica. A veces también lo parece observada desde Catalunya. Pero vista desde aquí, la percepción de la política catalana, española o europea que normalmente se tiene desde Madrid parece ubicada más allá de la termosfera.
Enric Marín
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